La nueva publicidad de Seat León no difiere en mucho del resto de las publicidades de autos: un hombre de belleza predeterminada maneja el vehículo en cuestión por distintas calles y carreteras. Lo extraño es la pronunciación del narrador: no puede decir /r/. "Cuando te rgegalan un rgeloj...", relata con dificultad la voz en off, en oposición a su excelente dicción en el resto de los fonemas. ¿Quién es este pibe para imponerme su español defectuoso? ¿Qué chiste barato y fácil inspiró a los creativos?
Pero, esta vez prejuzgué a los publicistas y pequé de ignorante. No reconocí su voz aunque unos años antes me había cautivado en un documental de Tristán Bauer. No identifiqué esa musicalidad de las palabras tan propia, ni su mirada sagaz sobre un objeto tan simple como el reloj (metáfora del auto en el aviso). Se trata, pues, de la voz afrancesada del argentino Julio Cortázar, leyendo uno de sus cuentos de Historias de cronopios y de famas: Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj.
Aquí dejo el video:
Pero les recomiendo leer el cuento de Cortázar, que por cierto, los creativos acortaron para someterlo al tiempo infame de la televisión (todo bien no pueden hacer):
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
16.4.07
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1 comentario:
Los creativos publicitarios fueron más allá con este aviso. Como ya no tienen buenas ideas, se las toman prestadas a Cortázar.
Yo quiero ser como Cortázar y quiero un auto bien felino, ¿les sirve?
Ah, y si es posible también quisiera que mi gente no me regale un reloj para mi cumpleaños; un auto estará más que bien. Sugiero colecta. (También festejo los very merry unbirthdays en Wonderland ehh!)
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