La escena que sigue a los créditos en Pulp Fiction es una conversación entre Vincent Vega (John Travolta) y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson), donde el primero le comenta al segundo que lo que más le gusta de Europa son las "little differences". Estas pequeñas diferencias también existen entre España y Uruguay. En las escaleras mecánicas del metro o estaciones de ómnibus y trenes, la gente se para contra el margen derecho para que los que están apurados puedan pasar más rápido. Mientras acomodan los diarios -la "prensa"-, doblan ropa o limpian una mesa, no te atienden ni te miran aunque los llames. Y si lo hacen, es para insultarte. El trabajo sobra, por lo que hacer dos cosas a la vez es estresante e innecesario. De hecho, en muchos negocios figura el cartel: "se busca dependienta" -persona que atienda-, incluso se dan el lujo de ser más específicos y solicitar "joven boliviano para fregaplatos" (Nota: no fotografié el cartel;, mal yo. Por si alguien desconfía, el cartel está en un restaurante por Paseo de Extremadura, Madrid).
En cuanto al idioma, son celosos del castellano -como prefieren decirle-: evitan anglicismos, traducen absolutamente todo y cuando no pueden, pronuncian el inglés como se lee. Es así que surgen aberraciones como los "julios" en vez de "jules", el "tuper" y la "bacon", una panceta que a veces hasta lleva tilde en la "o". Se burlan de palabras como "parlantes", piensan que "estar parado" es "hacer paro" y no entienden qué es un "shopping" o un "celular", ya que ellos compran en el "centro comercial" y hablan por "teléfono móvil". Si bien su postura es interesante, escuchar en el cine a Sean Connery decir: "oye, tío", carece de cualquier atractivo.
3.4.07
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4 comentarios:
Las diferencias son abismales.
Lo dice alguien que atendió durante nueve eternos meses llamadas de españoles. Y soportó mala onda, ignorancia, boludez, pedantería, y por sobre todas las cosas, altanería por ser del Primer Mundo.
Eso es algo que heredamos de la Madre Patria. Somos igual de maleducados.
Según tengo entendido, en España suelen contratar a rioplatenses para atención al cliente porque tenemos buen trato. O por lo menos, mejor que el del promedio de los europeos. Vos sabrás mejor que yo.
Genial las descripciones del primer mundo. Viví dos años en Madrid, y más allá de esa exasperante forma de engalleguizar todo, te lo digo aquí en un "emilio", es esa xenofobia y el odio hacia lo "sudaca". A mi madre, que es uruguaya, le dijeron que sí no cambiaba el acento, no iba a encontrar nunca un apartamento.
Me encantó el enfoque análisis linguistico-semiótico de tu blog.
En realidad, lo que sucedía en la empresa donde trabajaba al menos, es que decidieron instalarse en Latinoamérica porque pagan sueldos menores. Tres veces menos.
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