Las dos noticias de tapa de Plan B me tentaron (una por interesante, otra por animalesca) y por primera vez compré esta competencia desleal y necesaria de La diaria, que en cualquier otro país del mundo sería gratuito.
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La cultura prostituida*
Un libro y US$ 370 menos en la Biblioteca Nacional
Se dice que la Biblioteca Nacional tiene 900.000 libros. Pero, como máximo, son 899.999.
El primer libro de Mario Benedetti se llama La víspera indeleble. Es un pequeño tomo de poemas que el escritor pagó de su bolsillo en 1945, cuando no era un autor famoso sino un contable que trabajaba en la empresa de los herederos de Francisco Piria.
Benedetti consiguió que un amigo se lo imprimiera barato. El tiraje fue de 500 ejemplares y no se vendió ni siquiera uno. Benedetti reniega hoy de aquella obra. No le gusta y, por eso, nunca incluyó ninguno de sus poemas en sus antologías.
Para cualquiera que quiera estudiar la obra del escritor más popular de Uruguay ese libro es una pieza ineludible. El problema es que el volumen es hoy una rareza, y no se lo puede conseguir ni en Linardi y Risso, ni en las librerías de viejo de la calle Tristán Narvaja. La única opción es consultarlo en una biblioteca, y entonces es cuando llegamos a la Biblioteca Nacional.
La víspera indeleble figura en los ficheros de la mayor biblioteca uruguaya. Tiene el código de colocación PQ 8519 B392 V5 y el de inventario es C 102.246.
Pedí el libro el 31 de marzo. "Esa colocación no existe", me dijo la funcionaria que atendía el mostrador, según le había comunicado el empleado que había buscado el libro. "Sí, existe", le respondí. "No existe", me respondió y me envió al mostrador de "Referencia".
Fui. Allí le mostré mi boleta de pedido a tora funcionaria que decidió acompañarme al fichero para ver si yo me había equivocado al anotar los números. Buscamos la ficha de La víspera indeleble. La funcionaria de "Referencia" corroboró que los datos estaban bien anotados y ella misma se ofreció a ir a buscar el libro al lugar donde correspondía que estuviera. Fue y, al al rato, volvió con las manos vacías. "El libro ya no está", me dijo.
Había, sin embargo, una esperanza: debía haber otro ejemplar en la llamada Sala Uruguay de la biblioteca, en la colocación 1º PQ 8519 B392 V5. Pero volvió a ocurrir lo mismo: misteriosamente, ese ejemplar también había desaparecido. La funcionaria explicó que ambos libros se habían perdido o se los habían robado.
Viendo que un ejemplar de La víspera indeleble "con ínfimas roturitas en la parte superior de la tapa" se vende a 370 dólares en la página web de la librería Ninon de Buenos Aires ("libros usados, raros y agotados"), el lector comprenderá cuál es la opción más probable.
Lo más asombroso es la reacción de los funcionarios de la Biblioteca ante un caso tan grave. Cuando se comprueba que el libro "desapareció", el asunto termina ahí. Nadie anota el caso para avisar a la dirección o para que se consiga una nueva copia. No se retira la ficha del libro desaparecido, para evitarle la molestia al próximo usuario. No se le pide perdón al lector. Y lo que es peor, tampoco se hace la denuncia policial. Por alguna razón, a la misma persona que haría un escándalo si alguien le robara 370 dólares del bolsillo, le parece lo más normal que alguien se los robe a la Biblioteca Nacional.
No es la primera vez que vivo esa situación. Me ha pasado con otros libros y con colecciones de periódicos.
Volví a la Biblioteca Nacional el 25 de mayo. La ficha de La víspera indeleble sigue allí como si el libro estuviera. Lo pedí nuevamente. El libro no está, me dijeron, y a nadie pareció importarle más nada. Hay que fingir que los libros siguen existiendo.
Enterada de lo ocurrido, la subdirectora de la Biblioteca, Mabel Batto, dijo -en la mañana del 28 de mayo- que investigaría lo ocurrido con La víspera indeleble. En la tarde tenía novedades: el ejemplar de la Sala Uruguay había aparecido, estaba "caído" atrás de un estantería. Al parecer, cuando la subdirectora pide un libro, los funcionarios lo buscan mejor que cuando los pide un simple mortal.
Pero las buenas noticias se terminaron allí. El ejemplar de La víspera indeleble de la sala general, en cambio, definitivamente no está. "Alguien se lo tiene que haber llevado", dijo la subdirectora Batto. Agregó que su desaparición no consta en ningún inventario, no existe denuncia ni anotación que explique su ausencia. Ni siquiera se sabe desde cuando falta. Es un misterio.
Así se conserva el acervo nacional. Estos son los controles del Estado. Éste, nuestro estándar de seguridad. Éste, nuestro nivel de respeto al público y al ciudadano. Éste es el celo de muchos funcionarios. Mientras escribo, el senador Sergio Abreu habla en la radio de instalar una central nuclear en Uruguay. Qué gracioso.
(Informante: Leonardo Haberkorn)
*Y ni siquiera su fiolo-Estado la defiende.
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Los números no me cierran, doctor*
En Villa del Carmen forecieron los desencuentros Astori-Mujica
Anuncios. Millonarias inversiones para reparar los daños de las inundaciones.
(Pie de imagen) Cuatro años tengo yo, dice el niño, y el presidente también. ¿O serán cuatro años más?
*Usted padece el síndrome de linguoludopatía. Lo siento, debemos amputarle La diaria.
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Tipeé la nota y el pie de imagen respectivamente porque Plan B no tiene página web de donde copiar y pegar. Disculpen si hay algún error, de nada por ahorrarles $15.
1.6.07
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2 comentarios:
NOOOOO, 4 años más de esta mediocridad organizada NOOOOOO.
Ya esta, suficiente, enough!!!
Son 5.
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